Últimos días antes de ir a Chiquidistan
Solo quedaban dos días para que un autobús nos recogiera y nos llevara a Chiquidistán. En las últimas clases de lengua y francés lo único que habíamos hecho era hablar sobre el viaje y buscar información. Ismael nos recomendó que metiéramos en la maleta algo de ropa de abrigo porque igual hacía frío. En ese momento las chicas empezaron a hablar de lo que pensaban llevar:
-Yo, mi sudadera de RAMS-dijo Ángela.
-Pues yo muchos jerséis de pico-contestó Mireya.
Los pocos chicos que hay en clase no hablaban, sólo escuchaban pensando que ellas iban a cargar con el armario entero.Al día siguiente, estuvimos toda la mañana con Luis-Fer e Ismael hablando sobre los últimos preparativos del viaje (auque la mayoría ya lo teníamos todo pensado desde hacía bastante tiempo).-Bueno, el autobús ya sabéis que saldrá a las ocho y cuarto, por eso os recomiendo que estéis aquí como muy tarde a las ocho para meter con calma las maletas y despediros de vuestros padres-comentó Luís Fernando-Sí, y también acordaos de que más o menos llegaremos a Chiquidistán sobre las…cuatro, ¿vale?-nos dijo Ismael.Al momento sonó el timbre que indicaba que ya era la hora de irnos a casa y todos salimos todos como en una estampida. Por la tarde algunas chicas habíamos quedado de ir a comprar algo de comida para el viaje, y cuando estaban en la caja pagando, se encontraron con Ángel, Javier y Borja, que también habían ido a comprar, por eso decidimos quedarnos dando una vuelta. Hablamos de cómo sería Ranitín, de los nenúfares, de las habitaciones del hotel... Cuando Sara se dio cuenta de que ya eran las siete decidimos que ya era hora de ir a casa a preparar las maletas. Cada uno meditó mucho lo que íba a llevar, porque aunque ya teníamos mucho pensado, siempre estaban ahí las madres para decir:
-Lara, ¿no crees que con esto vas a pasar frío?
-Valle, ¿por qué no metes también este pantalón?
Por eso tardamos más de lo que habíamos pensado, y también porque cada poco nos llamábamos unos a otros para preguntarnos sobre algo que no nos acordábamos si había que meterlo. Nuestros padres estaban empeñados en que cenáramos, pero (menos los más glotones) estábamos demasiado nerviosos. Después de que los más limpios se lavaran los dientes, dijimos que ya nos íbamos a dormir, pero en realidad lo que hicimos fue conectarnos todos al Messenger para hablar sobre lo que al final habíamos metido en nuestras maletas. Poco a poco fuimos cayendo, y la mayoría coincidíamos en una cosa, estábamos soñando con Chiquidistán. Por ejemplo Paloma se imaginaba que estaba en la cafetería tomando un chocolate con esencia de nenúfar, Sonia soñaba que se bañaba en el lago…etc.
Todos queríamos que aquella noche pasara muy rápido.
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